Cuando decides, lo haces en base a una serie de información. Información sobre qué opciones tienes e información que detalla cada una de ellas. Información comparativa entre cada una, e información que (crees que) te ayuda a prever el resultado de optar por una u otra.
Si optas por iniciar el proceso de análisis y toma de decisiones cuando aún te falta información –quizá una opción relevante–, corres el riesgo de obtener un resultado muy mejorable. Si optas por esperar a disponer de toda la información –o la suficiente para no correr ese riesgo– puedes no iniciar el proceso nunca, o iniciarlo cuando sea demasiado tarde.
Nadie va a indicarte el momento correcto. Y tú nunca sabrás cuándo lo es, ni siquiera a posteriori. A falta de la corrección irrefutable, tu mejor opción es decidir cuando tú decidas que ha llegado el momento de hacerlo. No será el correcto pero será posible.