Ahora te encuentras, en un día cualquiera, en una playa cualquiera de cualquier lugar del sureste de España.
Si pones atención verás que existe una cantidad considerable de personas —mujeres y hombres, de diferentes etnias y edades— tratando de comerciar desde la arena de la playa.
La oferta es amplia. Desde personas que ofrecen masajes, hasta otras que venden gorras, pareos o camisetas. Incluso hay quien vende bebidas frías y bolsas de snacks. Seguro que no necesitas mucho tiempo para adivinar qué productos tienen más éxito y qué productos menos.
Y entonces aparece él, empujando una carretilla llena de cocos, piñas, y algún mango. Enseguida alguien le detiene y puedes comprobar que tiene destreza haciendo lo que hace. Parte un coco, ofrece el agua a sus clientes, lo prepara para que puedan comérselo. Parte una piña, la prepara y la entrega. Y las personas de los alrededores le llaman, una tras otra, hasta que va vaciando su carretilla. No tarda en regresar con ella llena de nuevo, y su éxito de ventas regresa con él.
No he podido evitar recordar la instantánea aparición de la nada de personas vendiendo paraguas plegables a €5.00/ud. cuando comienzan a caer las primeras gotas de lluvia en algún lugar turístico del verano asturiano.
En muchas ocasiones no se trata del qué, se trata del ahora. Los deseos y necesidades no son perpetuos, son volátiles. Lugar y momento importan. El aquí y ahora determina éxito o fracaso.