Hay dos tipos de personas. Las que viven esperando terminar, y las que saben que nunca termina.
Vivir esperando terminar es desesperante. Ver todo lo que tienes que hacer te atormenta, sea más o menos. Cuando en algún momento tienes la impresión de que resta poco por hacer, pisas el acelerador y te revientas esperando llegar a ese ansiado nirvana. Pero nunca llega, siempre aparece algo más. Vives en un estado de tensión constante que no da tregua, descartas cosas realmente importantes tratando de hacer trampa a la vida, y nunca te satisface lo que haces.
Pero cuando comprendes que nunca termina, que unas cosas salen y otras entran, todo cambia. Buscas satisfacción en otro lugar, y en ese sí puedes encontrarla.