Jugar con expectativas

Jugar con expectativas es peligroso. Elevarlas es atractivo pero conlleva un riesgo elevado. Medir mal al hacerlo puede derivar en desastre.

Lo que esperas de algo o alguien y tu evaluación final del resultado de eso que esperas son dos valores subjetivos y por tanto sujetos a grandes variaciones entre personas. De la relación entre esos dos factores depende en gran medida tu grado de satisfacción.

Todas las personas jugamos con expectativas y resultados en cada momento de nuestra vida. Esperas algo de todo y de todos, y todos esperan algo de ti. En la mayor parte de ocasiones, lo que esperas de algo o alguien viene condicionado por una serie de acontecimientos que conforman lo que te han vendido. En sentido inverso funciona igual, y lo que otras personas esperan de ti tiene mucho que ver con qué les vendes tú a diario.

Juegas con expectativas cada día, las generas en cada movimiento que haces (quieras o no). Juega con honestidad y evitarás el desastre.

Hablando de expectativas, el desastre se llama decepción. Y es difícil de reparar. Tú lo sabes bien.