Por ejemplo, aquí. Y en miles de lugares más.
Me pregunto acerca de los detonantes. Y de los protagonistas. Y de las consecuencias. Solamente algunas de ellas se relacionan con el COVID-19, pero otras van mucho más allá. Perpetuas. Trascenderán.
Me pregunto acerca del por qué. Ya no me pregunto acerca del momento o motivo en que el yo ha superado en tanto al los demás, pero sí acerca de si el los demás ha desaparecido. Me pregunto por qué el quiero y el puedo han vapuleado al debo. Y sobre todo me pregunto por qué ya no parece existir un quiero dentro del debo.
Me pregunto qué parte de responsabilidad es mía, y sobre todo qué podría hacer. Y me pregunto acerca del mundo que estamos construyendo las personas, en que la línea en que tu libertad choca con la de otras personas se ha desdibujado hasta desaparecer.
Me pregunto si pensar en otros antes de actuar no debería ser requisito indispensable. Y me pregunto si no deberíamos condenar el hecho de que no se haga. Me pregunto dónde ha quedado el motivo de que alguien no lo haga y dónde el motivo de que otros no lo condenen.
Me pregunto qué ocurrirá con miles de personas en miles de lugares. Quizá también deberías preguntártelo. Me pregunto qué responderé a todo esto, y qué responderás tú. Y, sobre todo, me pregunto qué haremos al respecto.