Piensa en la cantidad de ocasiones en que algo en lo que has trabajado o participado no ha salido como querías. Seguro que, bien en diálogo interno o bien con otras personas, has encontrado infinidad de justificaciones que tienen sentido. Tenías poco tiempo, nadie te ayudado, tu jefe no te lo ha puesto fácil, la vida ha dado un repentino giro de 180º, o no era el mejor momento. Y posiblemente varias más.
Ahora piensa en la última ocasión en que algo en lo que has trabajado ha salido exactamente como querías. Mejor, incluso. Es motivo de orgullo y satisfacción. Sin justificaciones. Y en ocasiones habrás llegado en poco tiempo, sin ayuda, con el mismo jefe, en medio de la misma vida caprichosa y en el momento que ha tocado.
No todo depende de ti. Pero cuando te involucras, dar lo mejor sí. Resulte como resulte, nada justifica no hacerlo.