Sin cambio no hay nada

¿En alguna ocasión has mantenido una conversación con alguien que tiene una opinión diferente sobre algo, tratando de persuadirla para que la cambie? ¿En cuántas ocasiones lo has logrado? ¿Y en cuántas otras has terminado por ser tú quien cambia de opinión al respecto?

Es muy probable que tu primera respuesta sea . También que tu segunda respuesta se base en un porcentaje que se mueva entre el 0 y el 50%, y que la tercera puntúe bastante menos de la mitad —por no decir mucho menos— que la segunda.

Todas las personas están dispuestas a invitar al cambio, pero pocas lo están a cambiar.

Si asistes a una reunión a la que cada parte acude con su propia idea formada sobre lo que debe resultar de la misma y no está dispuesta a cambiarla, todos perderéis el tiempo. Sin cambio no hay nada.

Las personas dispuestas a cambiar reciben y aportan más. Avanzan más. Construyen más. Son el motor. Las que no están dispuestas a cambiar solo pueden seguir estelas, sin alcanzarlas nunca. Y fingir que no les importa.