¿Nunca te has fijado en el modo en que consumes? ¿O el motivo por el que, en muchas ocasiones, te pones en marcha? ¿En qué impulsa tu acción? El mundo lo mueven necesidades y antídotos.
Cuando una empresa consigue que mucha gente tenga un producto, crea una necesidad en buena parte del resto. Y el antídoto es conseguirlo.
Cuando una ONG consigue que muchas personas lleven a su consciencia la gran dureza del mal que luchan por mitigar, está creando una necesidad cuyo antídoto es colaborar y pasar a formar parte de la solución.
Cuando alguien que vende algo te habla con gran aparente convicción de sus beneficios, está sembrando necesidad. Si además trata de convencerte de que el acceso es limitado y a través suyo, está reduciendo el antídoto a una opción única: comprarle.
Toda esa información está presente en tu vida, a todas horas y en todas partes. La necesidad es motor de acción.
Si te comportas de forma impulsiva, te convertirás en la diana que todas las necesidades están buscando. Pero si adquieres el hábito de capturar todas esas entradas para, en un momento posterior, pensar en profundidad y tomar decisiones al respecto, podrás:
- Analizar con calma si esa necesidad realmente lo es para ti
- Evaluar si el antídoto que te proponen es realmente el único
- Determinar si ese antídoto que se te propone es el mejor
Aunque el mundo lo mueven necesidades y antídotos, no todas las necesidades son reales ni todos los antídotos eficaces o únicos. Sin pensar, tendrás poco o nada que decir al respecto.