¿Sabes qué ocurre cuando disparas al cielo?
El proyectil arranca con un enorme empuje. Sin embargo existe una fuerza externa que lo frena a medida que avanza, de modo que llega un momento en que se detiene. Y cuando lo hace comienza a descender, ganando velocidad a cada segundo en descenso hasta que algo lo detenga. Esto ocurre a causa del campo gravitatorio de nuestro planeta y ocurrirá siempre mientras tu proyectil no salga del mismo. Si alcanza el punto en que esa atracción se pierde, fluirá libre de esa fuerza externa que lo condicionaba.
En tu interior existe un campo de este tipo. Disparas al cielo con frecuencia.
Asegúrate de hacerlo con suficiente fuerza, y de liberar en lo posible la trayectoria de tu proyectil para que ese germen se convierta en hábito. Es necesario que venza las fricciones iniciales y llegue a fluir. Y no olvides que los proyectiles caídos no son más que nuevas oportunidades para disparar al cielo de nuevo.