Si alguien te preguntase a qué te dedicas, en qué inviertes la mayor parte de tus días, ¿qué le dirías?
Más allá e importante aún, ¿cómo lo dirías?
Podrías resumir mucho, un par de palabras pueden ser suficientes. O puedes resumir menos, dar más información dejando cuestiones abiertas para que te pregunte si alguna le resulta interesante. Puedes responder en un tono bajo y lineal, o alzarlo y dejarte ir. También podrías hacerlo con una sonrisa en la cara, o tratar de esconder la emoción bajo un velo de corrección.
El cómo lo dirías puede brindarle a esa persona mucha información sobre ti, mucha más que el simple qué dirías. Y no solamente a ella. A ti también puede brindarte mucha información.
Si no te alegra y emociona responder, necesitas hacer cambios. Quizá no sea necesario hacer cambios profundos y radicales, pero sí hacerlos. Quizá te emociona lo que haces, pero no el modo en que lo haces. Incluso con quién o para quién lo haces puede tener mucha trascendencia.
Si encuentras la respuesta que te emocionaría dar, habrás encontrado el lugar al que dirigirte. Responder con alegría y emoción a esa pregunta debería ser una de las metas más importantes en tu vida.