Las redes sociales son un magnífico escaparate para mostrar y dar visibilidad a lo que haces. Para compartir. Para atraer tráfico a un lugar más personal y cuyo control se encuentra en tus manos, como podría ser tu página web o la de tu empresa. Tu esfuerzo por atraer las miradas puede generar grandes beneficios.
Sin embargo, las redes sociales pueden convertirse rápidamente, y sin que te des cuenta, en un fin en sí mismas. Pueden dejar de ser un medio, como sería recomendable en la mayor parte de ocasiones, y absorber tu atención por completo. Tu esfuerzo por impactar, destacar o simplemente establecer algún tipo de vínculo puede volverse en tu contra. Como ocurre siempre, el equilibrio no ocurre por sí mismo y es necesario velar porque se produzca y mantenga.
Si ofreces valor te valorarán. Si no lo ofreces, pasearte ante la multitud en todo momento y lugar puede hacer que se fijen en ti, pero te olvidarán rápidamente. La mejor estrategia para que te vean, te sigan, quieran conversar contigo y sobre ti, y no te olviden de inmediato, es que aportes valor. Si tu estrategia se reduce a dar saltos para que te vean a todas horas, no podrás concentrarte en lo que de veras genera el valor que perdura.
Dar visibilidad al valor es necesario, pero tu esfuerzo por atraer no vale si la gente no se queda contigo.