No son palabras, ni gestos, es un mensaje

Exteriorizas algo. De un modo, con una intención, buscando una reacción.

Lo haces con unas palabras —o una mirada, o un gesto…— concretas. Y también hay un canal, una temporalidad, una actitud. También se modelan, forman parte del mensaje.

El «para qué» lo gobierna todo. La reacción. Partiendo de ella defines qué y cómo comunicas.

No deposites toda tu confianza una de las partes. El mensaje es todo, cada detalle.

Si lo haces te acercarás al «para qué», convertirás intención en —deseada— reacción.
Sino, bueno, algo ocurrirá. Quién sabe qué.