Francamente, me encanta esta entrada sobre perspectiva que he escrito. La perspectiva es todo.
Aunque se publica en el momento que se publica, nació varias semanas antes —al menos en esencia— y ha sido la antesala de importantes decisiones en mi vida.
He leído mucho sobre la influencia de nuestro mayor o menor grado de perspectiva en nuestra vida.
En mi criterio, como seres emocionales que somos, no podemos desvincularnos de ella a voluntad. Podemos tratar de someterla y amarrarla desde nuestro yo más racional, y podemos conseguirlo parcialmente. Parcialmente.
Como seres humanos, no podemos —ni creo que podamos nunca— tomar decisiones 100% racionales, como tampoco podremos tomarlas 100% emocionales. La heterogeneidad compleja que nos compone no lo permite. Podemos equilibrar o modelar niveles, pero nunca eliminar partes de la ecuación.
Yo soy una persona muy emocional. Me esfuerzo por equilibrar la balanza, pero jamás por llevarla a un extremo. Me gusta el equilibrio, con lo bueno y malo que aporta cada parte.
No todo el mundo opina como yo y eso no es malo, es —como siempre— riqueza. Pero no es mi juego.
No se trata de dejarte guiar por tus emociones y actuar sin pensar. Se trata de pensar antes de actuar sin negar su peso a tus emociones.