La llegada del COVID-19 ha zarandeado nuestra realidad y nos está llevando a una (r)evolución necesaria en un tiempo record. Sin embargo nuestro mundo estaba poco preparado en general. Hoy te escribo sobre uno de esos aspectos concretos: Antes del teletrabajo van el «qué» y el «para qué».
Me refiero a «antes de disfrutar los beneficios que puede aportarnos este formato», porque el hecho de que el teletrabajo ha llegado para quedarse es una evidencia. Sin embargo, es necesario tener presente —más en un momento de cambios drásticos— que las herramientas digitales no suponen un valor por sí mismas.
Cuando detectas una necesidad buscas el modo de cubrirla. Ante esta situación, siempre es necesario tener claro a dónde quieres llegar —cuál es el propósito—, desde dónde debes hacerlo, qué falla en la situación en que te encuentras que convierta en necesidad ese cambio y cómo llevarlo a cabo.
Lo contrario es el construir por construir que tanto nos gusta a los seres humanos. Pensar después de hacer. Regresar, derrumbar lo construido cuando se detectan carencias para re-construir. O continuar y vivir con ellas. Y estoy convencido de que, como yo, piensas que no es el mejor modo de construir futuro.